Erick Jenson Nájera de León

Pitazo final. Júbilo en la cancha. Abrazos conmovedores. Algarabía en el gramado. Perú acababa de clasificar de manera directa al Mundial de Fútbol de 2030, pero no había nadie en las tribunas del Estadio Nacional, tampoco había fotógrafos cerca del campo.
Ese mismo día, se desarrollaba en simultáneo la campaña de solidaridad más grande del país. En selva, sierra y costa, se recolectaban ropas de abrigo, alimentos no perecibles, donaciones de dinero, entre otras contribuciones, que servirían para afrontar de manera óptima la llegada inevitable del friaje, las heladas, el fenómeno de El Niño y un posible terremoto, cuyo epicentro podría hallarse en cualquier parte del territorio nacional. Las autoridades, las instituciones, los colectivos sociales, la empresa privada y la población, en general, trabajaron de la mano para desarrollar con éxito la campaña.
—Los logros deportivos van a seguir llegando si entendemos que hay prioridades, y hoy es el momento de ayudar a nuestras hermanas y hermanos, antes de que sucedan los desastres y veamos en las noticias a un sinfín de personas damnificadas —precisó una estudiante de Ingeniería Automotriz, desde el distrito de Yanque.